¿Quién era realmente Adam Smith? ¿Fue solo un economista? ¿Qué otras disciplinas trabajó? ¿Quiénes fueron los autores que más influyeron en su pensamiento?
Hace unas semanas reflexionamos sobre las aportaciones de Adam Smith al nacimiento del capitalismo. Tras dicho texto, hemos querido dedicar otro a su autor, pues es uno de los filósofos más citados pero menos conocidos de la historia. Y es que el legado de Smith es tan masivo, especialmente a nivel económico, que su vida parece haber quedado en un segundo plano.
Adam Smith: los inicios de su vida
Nuestro protagonista nació en Kirkaldy, Fileshire, Escocia, el 5 de junio de 1723. Se crió en el seno de una familia acomodada, lo que le permitió tener una buena educación desde su más tierna infancia. Siguiendo dicha trayectoria, Smith ingresó en 1737 en la Universidad de Glasgow (la cual jugaría un importante papel en su vida, como veremos más adelante), donde entraría en contacto con el profesor de filosofía moral, Francis Hutcheson. Es en esa materia donde Smith centraría su atención en los siguientes años.
En 1740 nuestro protagonista consiguió una beca para ingresar en el Balliol College -fundado en 1263 y que, tras varias épocas más bien modestas, llegaría a convertirse en uno de los más reputados colleges de la Universidad de Oxford- lo que unido a su estancia en la de Glasgow tendría una importante influencia en su pensamiento económico. Smith regresó a su tierra natal en 1746 y empezó a trabajar como profesor adjunto hasta 1751, año en que la Universidad de Glasgow, su alma máter, le ofreció el ansiado puesto de catedrático de Filosofía Moral. Ésta englobaba materias de teología, ética, derecho y economía política, ramas todas ellas en las que Smith tuvo un peso importante, a pesar de que haya pasado a la historia principalmente por sus aportaciones en la última.
Glasgow, amistades de renombre y primer trabajo famoso
Si bien Smith era un hombre algo introvertido y con fama de despistado, no fue en modo alguno ajeno a la vida social de la universidad y la ciudad, cosechando la amistad de grandes figuras de la época. De aquellos años datan sus primeros contactos con el inventor James Watt, padre de la revolucionaria máquina de vapor, y con uno de los grandes filósofos de la historia, el también escocés David Hume, junto a John Locke uno de los más influyentes empiristas que nos ha dado la filosofía.
Durante los 12 años que duró su labor en Glasgow, Smith dio a luz una de las obras más importantes de la época: Teoría de los sentimientos morales, para muchos su mejor trabajo. Fue publicada en 1752 y en ella pueden observarse influencias y sintonía con el pensamiento de Hume, especialmente en su Investigación sobre los principios de la moral (a la postre uno de los trabajos favoritos del propio Hume).
En 1763 le surge a Smith otra nueva oportunidad laboral, que no duda en aceptar por las posibilidades que le ofrecía. Entra en contacto con Charles Townsend -quien llegaría a ser con el tiempo el responsable fiscal de las colonias del imperio inglés-, el cual le pide que haga de tutor para su hijastro, el duque de Buccleuch. Esto le permitió a Smith trasladarse de Glasgow a Toulouse, Francia, viajando desde allí por el continente en los siguientes años. Durante el tiempo que estuvo a cargo del hijastro de Townsend, los conocimientos de Smith crecieron exponencialmente, pues pudo contactar con algunos de los grandes nombres de la ilustración, como Diderot y D´Alembert.
La riqueza de las naciones, su obra maestra
Estas relaciones influyeron de manera decisiva en su pensamiento, los mismos que las teorías de los fisiócratas Quesnay y Turgot. De esta manera, cuando regresó a Escocia empezó a desarrollar su propia teoría económica, embrión que más tarde se convertiría en Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, nombre original que acabaría reducido al hoy famoso: La riqueza de las naciones. Tardó diez años en terminar este trabajo, publicado en 1776, que con el paso de los años (su éxito, en un primer momento, fue modesto) se convertiría en el pilar básico del liberalismo económico.
Dos años después, en 1778, Smith volvió a cambiar de empleo, comenzando a trabajar como director de aduanas en Edimburgo. Su fama empezó a crecer junto a la de sus obras, así como el reconocimiento de sus colegas filósofos y economistas, como demuestra que en 1787 fuera nombrado rector honorífico de la Universidad de Glasgow y que, a su muerte -sucedida el 17 de julio de 1790- se le despidiera colmado de honores.
Ya entonces Smith era considerado por académicos de todo el mundo como uno de los mejores y más grandes economistas de su época, y así ha pasado a la historia: como el padre de la economía moderna y figura clave del sistema económico más influyente de los últimos siglos: el capitalismo.
A diferencia de muchas otras famosas figuras de la historia, que pasan a la misma por su grandes peripecias y aventuras, la vida de Adam Smith parece más bien sencilla, tranquila… bien hilvanada. Una vida dedicada al trabajo y a la excelencia en los campos que le interesaban, lo que probablemente fue un motivo importante de su gran éxito. No obstante, su fin tiene también su toque misterioso y es que el autor dio orden de que todos sus escritos y manuscritos no publicados fueran quemados, haciendo imposible para las generaciones futuras conocer el resto de su trabajo.
Esta publicación de Herder supone una manera estupenda de adentrarse en la filosofía de Adam Smith, millones de veces citada pero mucho menos leída. Siendo como es un personaje determinante para nuestra forma de vida en los últimos siglos, es casi imperdonable. Por suerte tenemos la solución al alcance de la mano.