Presentada por primera vez en 1606 y basada en un cuento popular de Inglaterra, El Rey Lear es una obra donde se entremezclan temas como la vejez, la locura y la ingratitud filial, todo ello surgido del proceso de abdicación del Rey Lear, quien decide repartir su reino entre sus tres hijas y nombrar como sucesora a aquella que más lo ame. Mientras que sus hijas mayores, Gonerilda y Regania, responden con falsedad y adulación a su padre, la más joven, Cordelia, opta por ser sincera con él, ofreciéndole una fría respuesta. Ante ello, Lear, enfurecido, decide castigar a la joven, desheredándola.
Es este gesto, el castigar la virtud (en este caso la honestidad de Cordelia), el que pone en marcha la rueda de trágicos acontecimientos que se suceden en la obra, recorriendo un sendero que transita por el dolor, la locura, los celos y la traición, hasta desembocar en la total destrucción del reino y la familia del monarca, instrumento del que se vale Shakespeare para ahondar en la condición humana y las conflictivas relaciones que en ella se producen.
En un notable ejercicio de interrelación, Shakespeare consigue desarrollar de manera paralela tres órdenes distintos pero íntimamente relacionados, como son la naturaleza, la política y la familia. Así, la climatología adversa, las intrigas y traiciones políticas, junto a los errores del Rey, se funden en un contexto de caos completo, característico de las obras trágicas del autor inglés.
Es también destacable el que, si bien el mal está presente en la obra a través de ciertos personajes (que nos cuidaremos mucho de desvelar), su presencia planea por todo el relato, más como un elemento interno, inherente a todo ser humano, que a un elemento externo que pueda ser identificado. Así, encontramos el mismo mal enraizado en los protagonistas de la trama, en los desaciertos políticos del Rey Lear, en el egoísmo ambicioso de sus hijas y en el ansia de poder de su entorno -desleal por completo- en que les toca a todos vivir, y que terminará provocando la destrucción de todos ellos.
Se muestra de este modo la falibilidad humana y la relatividad moral propias de nuestra especie, donde bondad y maldad se entremezclan en los individuos, tal y como cualquier de nosotros podría constatar.
En definitiva, El Rey Lear en manga es una estupenda aportación a la colección de Herder -que también cuenta con otra de las grandes obras del autor inglés: Hamlet-, donde ciencia, literatura y filosofía se traducen en un lenguaje más dinámico, visual y lúdico, como es el del cómic.