Se considera a William Shakespeare como uno de los más grandes autores de la literatura universal, y sus obras han tenido sin duda una gran influencia y representación a lo largo de la historia.
Es tanto una leyenda como un misterio, los datos sobre su vida son escasos e inexactos, e incluso hay quien duda de si realmente fue el autor de las obras, existiendo más de setenta teorías sobre su verdadera identidad.
Sea como fuera, lo que sabemos (o suponemos) de Shakespeare es que nació alrededor del 23 de abril, tercer hijo de una familia acomodada de comerciantes. Como el hijo varón más mayor estudió para seguir los pasos de su padre como comerciante, pero en la adolescencia tuvo que dejar los estudios y trabajar en una carnicería para ayudar económicamente a su familia.
Cuando tenía 18 años conoció a Anne Hathaway, 8 años mayor que él, con la que se casó y tuvo 3 hijos. Siguiendo su sueño de ser actor y escritor, Shakespeare, Anne y sus hijos se mudaron a Londres, donde poco a poco fue ganando fama como actor y director de teatro.
Es durante estos años en los que escribió la mayoría de sus obras, que tuvieron mucho éxito en los teatros londonienses. En 1610, con 46 años, 37 obras publicadas, 154 sonetos y una fortuna nada despreciable volvió a su pueblo natal, donde murió 6 años después, el 23 de abril de 1616.
Resulta casi imposible hacer una selección de las obras más famosas de Shakespeare, pues todas ellas han sido interpretadas y adaptadas más veces de las que se pueden contar. Pero os traemos dos de sus obras más reconocidas, esta vez adaptadas al manga por La otra h. Estas adaptaciones son una oportunidad perfecta para acercarse a Shakespeare desde una perspectiva diferente, para todos aquellos que tengan curiosidad por leer (o releer) al dramaturgo más famosos, pero ni tengan el tiempo para leer sus obras completas.
Hamlet
Hamlet es una auténtica «tragedia de la venganza» que transcurre en el interior del alma de su protagonista, en forma de angustia, duda e indecisión. Y allí, en sus diálogos y soliloquios, aparecen las dimensiones de universalidad de la tragedia. Porque la tragedia de Hamlet es la tragedia de todos: en ella se dan cita cuestiones como el sentido de la vida, el hombre, la ética, el más allá. El resto —dice al final Shakespeare— «es silencio».
El rey Lear
El rey Lear es sin lugar a dudas una de las tragedias más famosas de William Shakespeare (1564-1616). En ella presenciamos la caída del rey de Britania tras dividir el reino entre sus dos hijas mayores y desheredar a la pequeña a causa de su honestidad. Esta decisión, un error humano impulsado por una pasión también humana, pone en marcha una serie de mecanismos que no solo lleva la desgracia a su estirpe, sino que llega a trastocar el orden mismo de las cosas.
A través de sus páginas, el lector se encontrará inmerso en la problemática de las diversas cuestiones que conforman de la condición humana, en especial en las difíciles relaciones que se establecen entre los miembros de una misma familia.
La obra describe los actos de los personajes que harán que sus consecuencias los arrastren hacia un terrible final. El remolino de la tragedia creciente se plasma en las palabras del personaje el Conde de Gloucester:
Los recientes eclipses de sol y de luna no nos auguran nada bueno. Aunque la razón natural lo explique de uno u otro modo, el afecto sufre las consecuencias: el cariño se enfría, la amistad se quebranta, los hermanos se desunen; en las ciudades, revueltas; en las naciones, discordia; en los palacios, traición; y el vínculo entre el hijo y el padre se rompe. (…) Atrás quedan ya nuestros años mejores.
