El gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald, el clásico por excelencia de la literatura norteamericana. Un libro que retrata a la perfección el sueño americano a la vez que deja claro el peligro que esconde.
La obra de Fitzgerald, publicada en 1925, como todos los grandes clásicos, puede ser leída e interpretada desde distintos frentes: como una historia de amor, una novela de formación, un libro sobre la amistad y la traición o sobre la promesa del sueño americano. Aquí nos detendremos en este último, por ser un tema transversal a toda la obra que nos habla del contexto histórico de la época (e incluso de la nuestra).
El gran Gatsby, el sueño americano en los dorados años veinte
La figura de Jay Gatsby ha entrado en nuestro imaginario como la encarnación del lujo ostentoso que proliferó en los dorados años veinte de Estados Unidos (the roaring twenties), cuando el exceso y el consumo eran una muestra del progreso colectivo y el bienestar individual. En ese ambiente de euforia se extiende la idea del “sueño americano”, que entra en el bagaje de valores de Estados Unidos y que conforma su imagen aun a día de hoy. Esta expresión define la libertad y la igualdad de oportunidades de todos los ciudadanos para poder progresar gracias a su trabajo y esfuerzo, independientemente de las circunstancias de su nacimiento o su posición social, llegando así a alcanzar todo lo que se propongan.
Este concepto se refleja claramente en Jay Gatsby. Si bien al principio aparece como un millonario de identidad misteriosa que transcurre sus días celebrando fiestas extravagantes con invitados variopintos, pronto descubrimos su verdadera historia a través del narrador Nick Carraway, su vecino. Hijo de una familia humilde y veterano de la Gran Guerra, ha luchado toda su vida para ascender en la jerarquía social, hasta que consigue convertirse en uno de los llamados “nuevos ricos”: el ejemplo de un hombre hecho a sí mismo, que incluso cambia su nombre verdadero, James Gatz, para distanciarse de su pasado.
Aunque sabemos que desde muy joven ya tenía ambición y determinación, como vemos en la lista de propósitos y la planificación diaria escritos en la contraportada de un viejo libro, la razón principal que le impulsa a seguir adelante es mucho más romántica de la que podríamos pensar: recuperar a su amada Daisy, prima de Nick, con la que tuvo una relación en su juventud, antes de que él se marchara a la guerra y ella se casara con el acaudalado Tom Buchanan.
La cara oculta del sueño
La vida lujosa de Gatsby parece magnífica y envidiable desde fuera, como le ocurre a nuestro narrador. Sin embargo, no todo lo que brilla es oro, nunca mejor dicho. Hacia el final de la novela nos damos cuenta de que el éxito de Gatsby es solo una fachada deslumbrante que, al igual que su mansión, está vacía de sentido en su interior cuando las luces se apagan y solo queda un hombre que no ha logrado tejer ninguna relación social honesta y leal.
De la misma manera, tampoco consigue alcanzar el estatus social de los “viejos ricos”, representados por Daisy y Tom, aunque tenga el mismo poder adquisitivo. La diferencia entre las dos clases se manifiesta en el espacio geográfico: los viejos ricos viven en el East Egg, mientras que los self-made rich viven en el West Egg, ambos separados por la bahía de Long Island.
La luz verde como símbolo de lo inalcanzable
Resulta bastante explícito que la luz verde del embarcadero cerca de la casa de Daisy simboliza el amor perdido de Gatsby, su meta que alcanzar a través de las fiestas que organiza para acercarse a ella. Pero si asociamos la lucha por conquistar a Daisy a la conquista del sueño americano, la luz verde representa también esa vida exitosa, ligada al dinero y a un estatus privilegiado. Nuestro protagonista siempre ha tenido fe y optimismo respecto a su objetivo, que sin embargo acaba desvaneciéndose: Daisy se aleja para siempre porque su “sueño americano” ha fracasado. Por lo tanto, el elemento fundamental entorno al simbolismo de la luz es la inaccesibilidad del sueño.
En definitiva, antes incluso de que existiese una definición del llamado “sueño americano” (enunciada en 1931 por James Truslow Adams), el joven Fitzgerald escribió sobre su crisis y su carácter de espejismo, desmontándolo desde la primera página de la obra, cuya versión manga puedes disfrutar gracias a La otra h.